Escribir no es solo poner palabras en fila. Es leer el mundo a contraluz. Leer es encarnar un ritmo, una pregunta, una voz que no es aún, pero quiere ser. La escritura nace ahí: en ese umbral entre el deseo de decir y el vértigo de no saber qué.
Desde hace años sostengo que la escritura es lectura en ejercicio. Leer y escribir son gestos de conocimiento, de resistencia y de imaginación activa. Lo fueron antes y lo son aún más en esta era de máquinas que escriben. Hoy, cuando los algoritmos reproducen sintaxis humanas, la imaginación se vuelve trinchera y ofrenda.
Así como la imprenta multiplicó lectores, la inteligencia artificial parece democratizar la escritura. ¿Pero qué clase de escritura? ¿Qué clase de lector? ¿Qué clase de imaginación? Es aquí donde este manifiesto se planta: literaturas es un sitio, una poética y una praxis.
Decimos que:
- Leer es encarnar. Escribir es encarnar de nuevo.
- La imaginación no es una fantasía: es una práctica de lo real posible.
- Los textos no son productos: son acontecimientos.
La IA no viene a sustituirnos: viene a desafiarnos. Nos enfrenta al núcleo mismo del oficio de escribir. ¿Qué es una voz propia en medio del ruido digital? ¿Qué distingue una creación viva de una réplica hábil?
Como sugiere Donna Haraway en su Manifiesto Ciborg, las fronteras entre lo humano y lo maquínico son cada vez más porosas. Pero eso no significa que todo da igual. No todo lo que se dice, dice algo. No todo lo que produce texto, produce sentido. En el entrelazamiento entre IA y escritura, defendemos una ética poética: imaginar con otros, no contra ellos. Incluir la técnica sin rendirle el alma.
Inspiradas en pensadores como Paul Ricoeur —para quien comprender es reconfigurar el mundo narrativamente— y también en creadoras como Ursula K. Le Guin o Clarice Lispector, sostenemos una palabra que no teme lo invisible. Una palabra que crea comunidad, vínculo y pensamiento.
Nos entusiasman las preguntas:
¿Qué escribe una máquina cuando no sabe qué desea?
¿Qué escribe un humano cuando se atreve a escuchar lo que no comprende?
Este manifiesto no pretende clausurar nada. Abre. Es umbral. Es eco de voces múltiples. Por eso compartimos algunas lecturas y caminos para quien quiera explorar:
- Manifiesto Ciborg, de Donna Haraway: una mirada crítica sobre los cuerpos, la tecnología y la identidad.
- The Stack, de Benjamin Bratton: un modelo para pensar la soberanía en tiempos de redes e infraestructuras inteligentes.
- Cuando dejamos de entender el mundo, de Benjamín Labatut: crónica poética de los límites entre ciencia y delirio.
- La escritura expandida, de Andrés Neuman: sobre el arte de escribir en red, entre pantallas y poéticas híbridas.
- El lenguaje de las máquinas, de Luciana Béhar: ensayo argentino sobre IA y subjetividad textual.
Este espacio —Literaturas— es una plataforma, sí, pero también una constelación. Nos mueve el deseo de pensar la escritura como una forma de lectura colectiva del presente. Y de imaginar futuros donde la palabra, la nuestra, siga siendo instrumento, ritual y promesa.
Manifiesto es también llamado. A escribir. A leer. A imaginar.